jueves, 21 de mayo de 2015

Etapa 13 camino de Santiago en bici: Vega de Valcarce-Samos

Junto a un monumento al peregrino, a 1300 metros de altura
Hoy era el día cumbre. De todas las historias que se cuentan sobre el camino, cobra protagonismo el O'Cebreiro. Por su historia, por su belleza, y por su dureza al coronarlo.

Nos reservamos dormir al pie para tener la mejor de las fuerzas al subirlo. 
El día se levantó muy frío para la época. Por la noche se dieron los 3 grados en Valcarce, por lo que arriba a 1300 m la temperatura estaría por debajo de cero, eso en un mes de mayo camino de junio.
Claro y con sol, salimos muy abrigados. Maillot, polar, chaqueta impermeable de rodaje y en el caso de Merche además la chaqueta anti lluvia. Las manos frías casi no llegan a poder presionar los frenos de lo entumecidas que las llevamos al llevar guantes de ciclista con los dedos al aire.

Comenzamos la subida, y no pillamos el desvío en Herrerías, por lo que nos colamos en la N VI que da más vuelta, sube a Piedrafita del Cebrero y de allí empalmara con O'Cebreiro. Subida empinada en continuo, y al llegar arriba, a la izquierda otra subida empinada constante. Llegamos a la cima, y sucede que todo el mundo se piensa que ya ha acabado. Nosotros llevamos contabilizados 22 km de subida constante y empinada, y aún nos van a faltar 8 más hasta coronar el último puerto, el de Poio.


Vistas espectaculares







Al llegar al alto de Poio se acaba la ascensión y vamos a iniciar una bajada continuada de casi 15 km hasta Triacastela.

El tiempo se nos echa encima, y decidimos después de más de cinco horas encima de la bicicleta parar a comer en Triacastela. Escogemos un lugar muy bonito en el interior del pueblo. Menú peregrino a 10€ pero de calidad.

Seguimos a Samos. Hemos reservado en Hostal Victoria, justo a la entrada del pueblo.
Y ocurre el segundo incidente serio en este viaje. Habíamos reservado habitación el día anterior con un baño especial, y cuando llegamos nos dicen que lo sienten, pero no se dieron cuenta de que esta alquilada, y nos ofrecen un apartamento. Y mira que cuando paramos en Triacastela a comer llamamos al hotel diciendo que llegaremos sobre la cinco, pero que llegamos seguro. Nos dicen "que no nos preocupemos"...Bueno...a cualquier pocilga le llaman apartamento. Sucio, la lámpara estaba con casi todas las bombillas fundidas...protestamos, pero son las seis de la tarde, y no tenemos opción para ir a buscar a otro pueblo alojamiento. Nos dicen que nos cobran 45€ por esa noche y que "demos las gracias", ... Porque su precio afirman es de 70€... Cito a la dueña aparte y le digo que "no nos haga ese tipo de favores" porque ese apartamento no vale ni 30€. Y que no nos gusta. Nos dice que los siente...y yo le digo que lamento no tener un apellido alemán o americano porque a ellos si les han dado las mejores habitaciones. Pero lo peor viene ahora. Merche se mete en la ducha, y al salir no hay toallas...¿dónde están las toallas? Con Merche en la ducha, no hay toallas...Bajo corriendo a decir que faltan toallas. Y tardan más de 20 minutos en traerlas. Y Merche se tiene que secar con una manta del armario. Me fijo en las sábanas, y no parecen limpias ni renovadas. Si no se han molestado en cambiar las bombillas ni en poner toallas, ¿Quien nos garantiza que las han cambiado?...Lo dicho 45€ Para una pocilga.
No me lo pienso más y voy recorriendo todo el pueblo corriendo. Son las ocho. Y busco otro hotel, incluso una casa particular. Todo excepto aquella pocilga. Y encuentro otra habitación. Limpia, perfecta. Vuelvo a Hotel Victoria, recogemos nuestros trastos, las bicicletas cargadas de nuevo le devuelvo la llave y aunque me entran ganas de pedir y rellenar una hoja de reclamaciones, decido seguir adelante y aposentarme en el nuevo hotel. He tenido suerte.
Pero lo más irritante de la dueña fueron sus excusas que atentan contra la inteligencia de uno....Que sí no lo había anotado bien, que si nos ha dado un apartamento que vale 70€ y sólo nos cobrara 45 para compensarnos, que si las bombillas estaban fundidas era porque la señora que hace las camas por la mañana no se había dado cuenta...cuentos baratos que me saben a cuerno porque encima te los cuentan, se los creen ellos y pretenden que tú te los creas. Ese apartamentos llevaría meses sin estar habilitado. Menos mal que marchamos, porque Merche salió con una picadura de chinche que a buen seguro estaba en la manta en la que se vio obligada a secarse.

En fin, siguiendo el espíritu, había que salir por piernas, devolverle la llave sin más, y hacerle romper mi ficha de entrada delante de mis narices, porque ante la policía yo no podía dormir dos veces la misma noche en dos sitios diferentes.

Mañana. Llegaremos hasta Gonzar, pasado Portomarín. Y dormimos en un albergue porque no hay otro lugar. Una habitación privada doble pero con baño compartido.

¡Ya va quedando menos para Santiago!

Registro en endomondo del recorrido









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